Por: Daniela López/Lucio Scardino
(nota publicada originalmente en Diálogo Chino)
Cuando el siempreverde, o Ligustrum lucidum por su nombre científico, llegó de China a Argentina, a principios del siglo XX, encandiló el deseo de que parques y jardines tengan un árbol de hojas verdes durante todo el año. Árbol de hoja perenne originario del sur de China, su presencia se extendió rápidamente tanto como árbol ornamental como urbano, sobre todo en la provincia de Córdoba, en el centro del país. Para la década del 50, los jardines de las casonas y castillos más importante de las zonas serranas de Córdoba lucían estos arbustos junto a muchas otras especies exóticas. No pasó mucho tiempo para que el siempreverde se extendiera a zonas de vegetación autóctona, donde le fue ganando espacio a otras especies del bosque nativo.
Desde entonces, su avance se ha vuelto imparable y ha puesto en riesgo los ecosistemas locales. Se estima que cerca del 20% de los bosques nativos en la región de las Sierras Chicas, en la provincia de Córdoba están cubiertos por este árbol, de ahí que la búsqueda de soluciones se vuelve urgente para proteger el ambiente y la vegetación nativa. No sólo en Argentina, sino en toda América y en todo el mundo, incluidos países como Australia y Nueva Zelanda, muchas especies de Ligustrum se consideran invasoras. Una de las capacidades que la convierten en invasora es la adaptación a diversos ambientes y el acelerado crecimiento de su tronco y ramas que se abren paso en el bosque nativo, y han llegado a ser predominantes en la estructura del mismo. Además, sus hojas que permanecen verdes durante todo el año impiden el paso de la luz solar al suelo, lo que dificulta el crecimiento de la vegetación autóctona.
Ante está situación, varios grupos de investigación realizan estudios para comprender el impacto ambiental de esta especie en los ecosistemas locales y encontrar soluciones creativas que permitan aprovechar la madera, por ejemplo, para la construcción de muebles y viviendas.
El riesgo de perder aves
Los cambios en la vegetación, ya sean consecuencia de especies invasoras o de otros factores, suelen tener consecuencias para las poblaciones de aves que habitan un paisaje. La aparición de bosques de siempreverde no es una excepción, y en la última década se ha observado que estos árboles tienen un impacto directo sobre las comunidades de aves y la diversidad de especies en Argentina. Un estudio publicado en la revista Biological Invasions señala que en comparación con los bosques nativos y mixtos —que combinan especies nativas e invasoras— en estas áreas se ha registrado una pérdida de hasta un 37% de especies de aves.
El estudio asegura que la invasión del siempreverde tiene un efecto negativo en las poblaciones de aves y aunque no se ha encontrado menos cantidad de ejemplares sí ha cambiado la variedad de especies. Por ejemplo, hay una gran población de palomas adaptadas a los bosques invadidos. Los investigadores detectaron que las aves estaban presentes durante todo el año, algo que no es común en los bosques nativos, donde en la temporada invernal la disponibilidad de alimentos disminuye. “Creemos que esa no diferencia [en la presencia de aves entre estaciones] se debe a que hay muchas especies generalistas en el bosque nativo que toleran los disturbios. Como este bosque viene siendo transformado y alterado desde hace mucho tiempo probablemente las especies más sensibles hayan desaparecido”, comenta Laura Bellis, investigadora del Instituto de Altos Estudios Espaciales Mario Gulich y autora principal de la publicación.
Las aves que habitan los bosques del siempreverde modifican su alimentación, dejan de consumir frutos de árboles autóctonos como, por ejemplo, coco y molle —cuyas bayas se conocen como “granos de pimienta rosa”— e incorporan las frutas de esta nueva especie que tiene como ventaja estar disponible durante todo el año. Hasta el momento la información sobre la composición nutricional de estas frutas no es suficiente, pero preocupa que su posible falta de nutrientes clave pueda contribuir a efectos negativos a largo plazo para las poblaciones de aves.
“Las aves depredadoras cuando consumen las semillas las rompen, esas no son el problema, pero hay otras especies que las consumen y después las defecan en otros lugares. Entonces son como un transporte y llegan a lugares donde no podría reproducirse vegetativamente o no podría ser llevada por el hombre”, cuenta Bellis y señala que este es uno de los principales procesos de dispersión que favorece la germinación.
El siempreverde y la competencia por el agua
Para Juan Ignacio Whitworth Hulse, que integra el Grupo de Estudios Ambientales en el Instituto de Matemática Aplicada San Luis (IMALS) el siempreverde recibe más agua que otras especies nativas como el molle, por ejemplo. “En términos del agua de lluvia que lleva bajo el bosque, el siempreverde sería un individualista y el molle cooperasta”, dice. Sucede que en el ciclo del agua la precipitación se redistribuye cuando entra en contacto con la vegetación. En el caso de los bosques de siempreverde por su copa en forma de embudo y el tronco de corteza lisa, el agua es conducida directamente hacia sus raíces.
Un estudio llevado a cabo por Whitworth Hulse que comparó el aprovechamiento de agua en bosques de especies nativas con los de siempreverde mostró que estos últimos reciben más agua, pero tienen suelos más conservados porque hay menos retención en la superficie. Sin embargo, el investigador dice que esto podría ser casi el único aspecto positivo en esta comparación, ya que la reducción de la humedad del suelo que provoca el siempreverde plantea más problemas, sobre todo durante las estaciones secas.
“El siempreverde sigue avanzando hacia las cabeceras de cuencas, la zona de pastizal, que es donde se acumula la mayor cantidad de agua en Sierras Chicas”, señala el investigador, y agrega que los arroyos de esa zona tienen un importante caudal con agua disponible durante todo el año por eso el comportamiento de la especie invasora podría afectar la disponibilidad del recurso.
Otro efecto sobre el suelo y los organismos tiene que ver con el impacto del siempreverde en la composición de las comunidades de hongos, como destaca un estudio de 2020 publicado por la Asociación Argentina de Ecología. Los hongos presentan un papel clave en el proceso de transformación de la materia orgánica y en muchos casos son bioindicadores de la salud ambiental de los ecosistemas.
Se estima que el avance del bosque monoespecista —con presencia sólo de siempreverde— podría reducir la diversidad de dichas comunidades de hongos y afectar la química del suelo, señala el trabajo.
Tecnología para la construcción con madera del siempreverde
Actualmente la madera del siempreverde no tiene un uso comercial y los restos de la poda o extracción de estos árboles se transforman en un residuo que, en el mejor de los casos, es dispuesto en predios de tratamiento locales, o se quema.
En este contexto, equipos de investigación trabajan en la búsqueda de soluciones para el uso de la madera del siempreverde como insumo para la construcción. Aunque hasta el momento aún no existen resultados contundentes, algunos datos parecen indicar que el material sería apto para construir viviendas. “Datos preliminares en probetas [muestras pequeñas de madera], nos dan indicios de que la madera de siempreverde es apta para la obtención de elementos estructurales como vigas, columnas, cerchas, entre otras”, señala Federico Strzelecki, investigador del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) e ingeniero del Centro Experimental de la Vivienda Económica (CEVE), una ONG con base en Córdoba.
El equipo de investigación determinó la resistencia, humedad superficial y fragilidad del material en muestras pequeñas. Con esos datos, dice Strzelecki, es necesario hacer pruebas a una escala mayor, es decir construir prototipos de vivienda de tamaño real. Otra iniciativa que busca aprovechar la madera del siempreverde como un insumo para la construcción y contribuir a restaurar el bosque nativo es el proyecto ‘Siempremonte’, que coordina Valeria Fenoglio, investigadora de CONICET en el Centro de Investigaciones y Estudios sobre Cultura y Sociedad (CIECS).
Junto con un equipo integrado por profesionales de la bioconstrucción, arquitectura, ingeniería, carpintería han diseñado y desarrollado un sistema constructivo liviano, prefabricado, de rápido montaje y bajo impacto ambiental. Hasta el momento, han estudiado las características y el comportamiento de la madera del siempreverde y han logrado aserrar 90 ejemplares entregados por el municipio de Unquillo, ubicado en las Sierras Chicas. El proyecto prevé construir un salón con paneles y cabriadas de esta madera para seguir estudiando la aplicación a escala real.
Lo innovador de este proyecto es que no se limita a la búsqueda de una solución tecnológica con la madera de estos árboles, sino que busca poner en marcha una experiencia basada en la economía circular, que incorpora la participación de sectores productivos, gubernamentales, científicos y tecnológicos.
Se trata de una propuesta que incluye también el manejo y control de la especie invasora, a través del mapeo y monitoreo de las zonas afectadas, de las cuales se puedan extraer ejemplares, cuyos troncos serán convertidos en tablas en aserraderos de la zona y servirán para construir viviendas, muebles y equipamiento para espacios públicos.
“Es una propuesta circular de manejo y control [de la especie invasora] junto con los gobiernos locales”, señala Fenoglio. Porque a la extracción de estos árboles invasores la complementan con la restauración y reforestación del monte autóctono. Para esto, junto a la cooperativa “Proyecto Hormiga”, han creado un vivero y un banco de semillas de especies nativas. Y de ese modo, cierran el ciclo circular.
Más reforestación, más tecnología
La invasión del siempreverde no es un tema nuevo para esta zona de Argentina, ya en 2006 el área ocupada por la especie era 50 veces mayor que en 1983.
La investigadora Laura Bellis plantea que hoy es difícil volver atrás. “Si se puede cartografiar desde las imágenes de radar ópticas los bosques de siempreverde, es porque el proceso de invasión es tan severo que es muy difícil revertirlo”, sentencia.
Lo que sí se puede hacer, opina, es generar conciencia sobre la importancia de reforestar con especies nativas, cuidar los ingresos de especies invasoras y fomentar la jardinería, la ornamentación y la parquización con plantas nativas.
Otra respuesta es el uso de la madera para construir viviendas y esta pareciera ser prometedora. Además, alienta el desarrollo tecnológico y se sitúa como una posible respuesta al déficit habitacional en esta zona del país. Proyectos como Siempremonte, en el que participa Fenoglio, podrían ofrecer una solución alternativa y local a los problemas medioambientales, sociales y económicos.
Algunos especialistas como Whitworth Hulse son más arriesgados en sus predicciones y se animan a decir que este uso es “la única posibilidad de controlar la población de esta especie”.