Por: Jorgelina Hiba
Foto: gentileza de Federico Gayoso
La extraordinaria bajante del Paraná y de los otros ríos que conforman la cuenca del Plata roza valores históricos e impacta de manera directa al ecosistema. Así lo explicó Juan Borus, subgerente del área de Sistemas de Información y Alertas Hidrológicas del Instituto Nacional del Agua (INA), quien señaló que es la primera vez de los últimos 37 años (desde que existe el monitoreo permanente) “que toda la cuenca del Plata está con signos de sequía y bajante pronunciada en todos los cursos de agua”. “Es extraordinario lo que está pasando, todo está para abajo”.
Borus insistió en el origen de la bajante, que no es por el cierre de represas aguas arriba sino por las escasas lluvias caídas en los últimos meses en toda la región. “Es importante entender esto de una vez: las represas actúan como atenuantes de los picos extremos, no son las que los generan” informó.
El experto también dijo que el pico de la bajante se sentirá en Rosario hacia finales de abril y que el escaso caudal de agua del Paraná genera múltiples problemas que incluyen dificultad en las tomas de agua, menor operatividad de los puertos cerealeros, impacto en la población de peces de la región y menor capacidad del río para “autolimpiarse” de residuos químicos provenientes de la industria y el agro.
Estudio y monitoreo
Borus explicó que el área que dirige se creó en el año 1983 a raíz de la inundación generalizada que afectó a la cuenca del Plata: “fue una situación extraordinaria. Por ejemplo en Corrientes, donde el derrame anual promedio es 480 mil hectómetros cúbicos, se pasó a 1.600.000. Estuvimos por encima del nivel de alerta por 10 meses”.
Para el especialista la foto de la bajante empieza a poner en evidencia varias deficiencias, como la escasa coordinación que existe entre los países que componen la cuenca, más que nada con Brasil. También el mal estado de las escalas (chapas que se ponen en un lugar por tramos para tener mediciones permanentes). “Hay pedazos de las escalas, que casi siempre están con agua, que están muy deterioradas y apenas se pueden ver”.
Infraestructura deficiente
Otro problema que queda literalmente a la vista es la infraestructura de las tomas de agua en los ríos Paraná, Uruguay y Paraguay. “Las tomas de agua para funcionar necesitan ciertas cargas y algunas no pueden operar: el caso más grave es el de Puerto Iguazú donde la toma natural quedó al aire, pero hay muchas ciudades complicadas como Reconquista y Rincón”.
La bajante también deja al descubierto el descuido de las riberas de los ríos en zonas urbanas o semi urbanas: “el agua baja y descubre la basura que hay. Nos quejamos del Riachuelo pero el Paraná tiene el mismo problema” alertó el experto.
Lluvias si, represas no
En contra del mito popular que piensa que alguien en Brasil “cierra la canilla” y los ríos se vacían aguas abajo, Borus explicó que la bajante se debe a las escasas lluvias, y no al cierre de ninguna represa.
“Las presas en cualquier lado del mundo se hacen para generación eléctrica, que es la que paga la obra. Eso significa que una represa funciona bien con un nivel de agua lo más alto posible y muy estable, porque ahí genera a buena potencia”.
El especialista destacó que, entonces, “al sistema no le gustan los extremos e intentan evitarlos”, lo que significa que, en realidad, los embalses funcionan como atenuadores de los picos de bajante o creciente. “La incidencia de las represas en esta bajante es absolutamente mínima”, sintetizó.
Impactos
Borus informó que “recién se está empezando a definir el piso” de la bajante, y que las previsiones señalan que al menos hasta ahora la zona del Parana inferior (entre Santa Fe y Rosario) llegaría a su piso alrededor del 25 de abril. “En Rosario hablaríamos de una altura de entre 80 y 75 centímetros”, por debajo incluso de la bajante del 2009.
Esto constituye un escenario malo desde muchas perspectivas: limita la operatividad de los puertos cerealeros en plena época de cosecha de granos gruesos e impacta también desde lo ambiental, tanto en la fauna ictícola (peces) como en la propia capacidad del río de “limpiarse” sólo de afluentes contaminantes industriales.