Por: Jorgelina Hiba
“Apareció un can con características diferentes”. Así describía la policía al aguará guazú visto y atrapado en una zona urbana de Rosario hace pocos días, fallecido a las pocas horas tras haber sido trasladado al Imusa, un organismo pensado para los perros y los gatos urbanos pero no para la fauna silvestre. Todo el episodio revive el escasísimo conocimiento que existe sobre la fauna nativa de la región y los aún más escasos medios que el Estado asigna a cuidarla y preservarla, comenzando por la pregunta que nadie parece hacerse: ¿cómo llegó un aguará guazú, animal del centro-norte de la provincia, a una calle de un barrio de una gran ciudad?
En los últimos días también aparecieron ejemplares de este animal en otras partes de la provincia que si concuerdan con las zonas donde habitualmente habita: uno fue visto y rescatado en San Cristobal y otro más cerca de Sarmiento en el departamento Las Colonias. El guardafauna honorario Juan Mastropaolo explicó en una entrevista a Aire de Santa Fe que desde la granja La Esmeralda “no quisieron ocuparse del animal”.
Un animal único en su tipo
Aguará guazú significa “zorro grande en guaraní”. Es el cánido más grande de Sudamérica, un gran caminador de hábitos nocturnos que no ataca al humano ni a otros animales. Se trata de una especie amenazada en todo el país, aunque no se sabe exactamente cuántos ejemplares quedan.
Es un animal que por lo general supera los 1,5 metros de largo desde la punta del hocico hasta la cola con un peso que oscila entre los 20 y los 30 kilos. Tienen una crin negra, sus patas son negruzcas y el manto en general es pardo naranja.
En Santa Fe se distribuyen en el centro-norte de la provincia con mayor presencia en los bajos submeridionales y buscan los grandes espacios abiertos y los márgenes de bañados y esteros. Se alimentan de pequeños mamíferos (cuises, armadillos, mulitas y peludos), reptiles (lagartos y serpientes), anfibios (ranas), aves, peces, frutos nativos y raíces.
En 2003, por una ley provincial, el aguará guazú fue declarado monumento natural de Santa Fe. Durante el 2018 se rescataron 14 animales en diferentes zonas urbanas de la provincia, de los cuales fueron vueltos a poner en libertad.
Una especie amenazada
La principal amenaza que padece el aguará guazú es la pérdida de su hábitat natural por expansión de la frontera agroindustrial, que en Santa Fe desapareció casi el 90 % de su vegetación original en el último siglo. La caza furtiva, los atropellamientos por parte de vehículos en rutas o caminos rurales y los ataques de los perros son también factores que ponen en riesgo a esta especie.
Cada episodio de rescate o avistaje de este animal actualiza un debate nunca resuelto: la falta de capacidades y recursos estatales al servicio de la protección de la fauna silvestre. Así lo puntualizó César Massi, naturalista santafesino, para quien “faltan instalaciones y personal capacitado para estas situaciones, sobre todo en el sur provincial”.
También recordó un pedido recurrente de los amantes de la naturaleza regional: la creación de un cuerpo de guardafaunas profesional que tenga los recursos necesarios para cumplir su tarea, y mejores políticas de conservación en general.