Bajo el liderazgo de docentes y aceiteros el sindicalismo local pone la lupa en la agenda socioambiental

Por: Jorgelina Hiba

Repensar las relaciones laborales y la salud en el trabajo en un contexto de crisis ambiental global, revisar el papel que deben jugar los sindicatos en este nuevo escenario y proponer formas de organización y acción de los trabajadores bajo las tensiones que derivan del neoextractivismo fueron algunos de los ejes ordenadores de la jornada “Salud, Ambiente y Trabajo en el modelo de agronegocios” que tuvo lugar en la facultad de Medicina de la Universidad Nacional de Rosario.

Bajo el impulso de Amsafé Rosario y Aceiteros Rosario y con el apoyo de otros sindicatos como Siprus, Jaboneros, Coad, ATE Rosario, CTA Autónoma Regional Rosario y la comisión interna de Acindar (y la Fundación Rosa Luxemburgo) el sindicalismo local avanza hacia un modelo de representación y lucha que tenga muy en cuenta también las tensiones ambientales dentro del mundo del trabajo y de las relaciones sociales en general, tanto en los ámbitos privados como en el territorio.

En ese punto, los referentes del movimiento destacaron que tanto el replanteo de los actuales modelos de producción como la transición hacia una nueva forma de convivencia con la naturaleza debe darse en un marco de “justicia climática” en la cual los trabajadores sean una parte esencial de la solución y no víctimas colaterales de las externalidades negativas del capitalismo financiero “millenial”.

El neoextractivismo bajo la lupa sindical

Amsafé Rosario es uno de los actores gremiales que lidera esta nueva versión ambientalista del sindicalismo local. Gustavo Teres, su secretario general, expresó en ese sentido la necesidad de “asumir el compromiso de abordar la problemática laboral tanto desde la salud como desde la defensa del ambiente” desde un sindicalismo que sea “de clase, democrático, de lucha, participativo y solidario”.

En ese punto Teres hizo alusión a la puesta en marcha de un poderoso movimiento juvenil mundial “que está ganando la calle” para reclamar acciones políticas urgentes contra la crisis climática global. En ese marco han comenzado a emerger sindicatos con una visión de justicia climática que piensan al mundo del trabajo “en una transición para dejar atrás este modelo depredador capitalista y pensar otro modelo ecológicamente sostenible con trabajo digno para todos”.

“Estamos en un debate iniciático sobre el cuidado de nuestra casa común, el planeta que hoy el capitalismo destruye. Para los sindicatos es conflictivo, sobre todo para aquellos que trabajan en industrias en relación con el extractivismo” planteó Teres, para quien lo primero que debe encararse es una transición ya que “la barbarie del capital no se detiene”.

Con lógica territorial, el primer tema en agenda en el de los agronegocios, donde la preocupación central es la salud de los trabajadores en relación con el ambiente y las condiciones de trabajo: “Venimos a dar el puntapié inicial en esta problemática, es un debate que recién empieza en el que hay que unir reflexión y lucha”, señaló.

Aceiteros en riesgo

Una de las poblaciones de trabajadores en contacto más directo con el territorio productivo agroindustrial son los trabajadores aceiteros que operan las grandes plantas cerealeras de la región. Según un informe elaborado hace poco tiempo por médicos que asesoran al Sindicato de Aceiteros de Rosario, los aceiteros del polo sojero del Gran Rosario tienen una incidencia acumulada de cáncer que duplica a la de la población general del Cordón Industrial.

Así se desprende del trabajo “Morbilidad y mortalidad por cáncer en población trabajadora aceitera de la provincia de Santa Fe, 2003-2015”, donde el médico epidemiólogo Mariano Mussi y el psicólogo Esteban Fridman compararon datos entre la población trabajadora aceitera y habitantes de diferentes localidades del Cordón.

Tras el análisis de los datos, encontraron que mientras la tasa ajustada de personas afectadas por la enfermedad es de 170,16 para la población en general, esa cifra trepa hasta el 351,88 para los operarios de las cerealeras santafesinas.

El lugar de la academia

El lugar elegido para el encuentro, la facultad de medicina, no fue neutral ya que el rector Jorge Molina señaló que esa institución quiere tener una política de apertura hacia las organizaciones sociales y los trabajadores. “La facultad trabaja la salud y debemos pensar estos temas juntos, ya que el trabajo atraviesa nuestras vidas y repercute en nuestros cuerpo y mente” dijo.

Molina agregó que desde una perspectiva curricular “ya no hay textos donde no se tomen en cuenta los conceptos ambientales de las enfermedades” y mencionó la realidad “cruda” de los aceiteros, actores centrales de la cadena del procesamiento de granos en Argentina.

Crisis climática, crisis financiera, crisis global

El marco de esta discusión es la crisis ecológica global que se expresa en el cambio climático, la deforestación y la pérdida de biodiversidad. “Es una crisis que excede a las crisis cíclicas del capitalismo, que está asociada a lo socioecológico por el crecimiento permanente del modelo extractivista” sintetizó con claridad Pablo Bertinat, docente de la UTN y parte del Taller Ecologista.

Las sociedades industriales “sin límites” que supimos conseguir tensionan a un punto nunca antes visto la relación entre los humanos y la naturaleza traspasando los umbrales de riesgo. “Hay que aceptar los límites del planeta y debatir sobre el neoextractivismo, una visión hegemónica del progreso que domina todas las relaciones. Es una estrategia económica, una forma de explotación que destruye la naturaleza y estructura relaciones sociales como el trabajo y el imaginario social” detalló Bertinat.

Estas relaciones de poder y estrategias económicas se expresan en la región en el complejo agroexportador oleaginoso del Gran Rosario que integran unas 30 empresas, 10 de ellas muy grandes.

Según explicó el economista Sergio Arelovich, la mayoría de estas empresas son extranjeras, aunque hay algunas locales de talla como Aceitera General Deheza, Vicentín y Molinos, las tres a su vez transnacionalizadas. “Todas tienen su casa matriz en paraísos fiscales y sus exportaciones son a compradores de los mismos grupos corporativos: se venden a si mismas, lo cual las vuelve muy difíciles de controlar”.

Además de las externalidades socioambientales negativas del modelo, Arelovich advirtió sobre la fragilidad económica que Argentina tiene por la dependencia excesiva hacia el complejo oleaginoso. “No hay plan alternativo, hay que discutir con urgencia la dependencia argentina hacia este sector, porque el ingreso de divisas depende casi exclusivamente de esto”.