2022: El año en que el reclamo ambiental salió a la calle

Texto: Carina Bazzoni / Fotos: Celina Mutti Lovera

Los problemas ambientales de la región fueron claros protagonistas del 2022. Fue un año marcado por los incendios en el delta del Paraná y la bajante extraordinaria del segundo río más largo de Sudamérica. Pero también por las masivas movilizaciones que sacudieron la pereza con la cual los poderes políticos toman estos temas. No alcanzó para que el proyecto de ley de humedales llegue a tratamiento en el recinto; aún así llevó la discusión a la calle, a las escuelas, a los sindicatos, a los medios de comunicación.

En un intento de hacer un resumen de fin de año, Dos Ambientes consultó a referentes de diez organizaciones que durante el año que se fue marcaron el ritmo de los debates en materia ambiental. Se les pidió que eligieran cuáles fueron los tres conflictos ambientales más importantes que atravesaron a la pampa argentina, qué capacidad de respuesta mostraron los poderes públicos para enfrentarlos y que destacaran las mejores iniciativas desarrolladas para mejorar la convivencia con la naturaleza.

Y en forma unánime postularon a la madurez adquirida por el debate ambiental como lo más importante del año. Los conflictos relacionados con las formas de producir, la necesidad de cuidar los territorios o la deforestación dejaron definitivamente de circunscribirse a las organizaciones verdes o algún circuito académico para movilizar a verdaderas multitudes en el Monumento a la Bandera, en el puente Rosario Victoria o en el Congreso de la Nación.

El reclamo urgente por una Ley de Humedales se escuchó fuerte en la calle y también en otros ámbitos, como la apertura de la Feria del Libro de Rosario, uno de los eventos culturales más convocantes de la ciudad.

¿Que vendrá después de esto? Cualquier pronóstico es azaroso. Sin embargo, es seguro que el proyecto de ley de humedales no podrá seguir mucho tiempo más cajoneado y que las políticas ambientales ya no podrán ser las grandes olvidadas en la agenda de las políticas públicas. Entre el humo de los incendios y la confianza en el futuro, esta es la voz de quienes permiten hacer un balance optimista de un año donde los principales problemas ambientales siguieron sin encontrar solución.

FERNANDA DEL CARLO (Salvemos los Humedales Villa Constitución)

Las quemas en el Delta del Paraná, la entrega de los Bajos Submeridionales y la falta de acciones en las políticas públicas ambientales que frenen el impacto de la expansión urbana contra el Río Paraná (por ejemplo, en el vuelco de desechos industriales, basurales a cielo abierto, cloacas, agrotóxicos) son los tres problemas ambientales más importantes que identifico. Todo esto atentó contra la calidad sanitaria de lo vivo, la sociedad humana y no humana y los servicios ecosistémicos que la nutren.

En general, el abordaje de cada una de estas situaciones por parte de los poderes públicos fue pobre y su ausencia se reemplazó con las acciones de las organizaciones ambientales, que ponen en evidencia todo lo que está mal pero que a la vez compiten con el mega poder de los grandes lobbies que frenan cualquier cambio de paradigma en lo que respecta a usos sustentables amigables con el ambiente.

Las iniciativas positivas las protagonizaron los legisladores y autoridades que adhirieron al proyecto de Ley de Humedales (el expediente 0075-D-2022), que obtuvo despacho en Diputados como proyecto de la minoría. Y también la unión de las organizaciones de todo el país en el reclamo y en las acciones.

MATIAS DE BUENO (Observatorio Ambiental UNR)

El primer problema más importante tiene que ver con las quemas en los humedales, tanto por el impacto que eso generó en la naturaleza, en cuanto a la flora, la fauna y la tierra misma, como por la repercusión que tuvo también a nivel social. Completan la tríada, la bajante del Paraná, por sus consecuencias a nivel económico y ambiental, y la contaminación del aire por el humo de los incendios en el delta y también por quemas de basurales y producción industrial.

De ninguna manera los poderes públicos estuvieron a la altura de las circunstancias, como generalmente sucede en los temas ambientales. Faltan políticas públicas ambientales en general, por lo cual siempre vamos a estar lejos: no hay suficiente información pública disponible, no hay acciones que generen participación, inversión de recursos para reconversiones industriales y de sistemas productivos, para dejar de generar impactos negativos en el ambiente.

Como iniciativas destaco las que puso en marcha la UNR este año: el programa Arbolar entregó 4.500 árboles a 1.500 protectores y protectoras, abrimos cátedras sobre sostenibilidad y tenemos una red de voluntarios para generar datos sobre calidad del aire.

PABLO BOTTA (STS Rosario)

Sin duda, la quema de los humedales fue el mayor problema ambiental de la región. Las quemas afectan al ambiente y la salud, destruyen la biodiversidad y arrasan nuestros recursos a favor de unos pocos. El fuego, la sequía y la bajante del Paraná nos muestran que el cambio climático es real y está acá, ya vemos sus consecuencias y seguimos sin dar respuestas y soluciones concretas para revertir esta situación.

Sumaría también la crisis del transporte público y la forma de gestión de lo urbano, con el crecimiento de barrios privados en la periferia (con todo lo que impactan negativamente) o de mega torres para beneficios de pocos. Post pandemia se creía que íbamos por una movilidad más activa y sustentable y parece que no pudimos avanzar.

Los poderes del estado están ausentes en todas estas temáticas, que tocan grandes intereses económicos y concentrados que no están dispuestos a enfrentar. Ejemplo de esto es que termina el año nuevamente sin que la Ley de Humedales siquiera llegue al recinto. Vemos un abordaje cobarde y cómplice por parte del Estado en todas sus jurisdicciones y poderes.

Lo mejor del año, sin dudas, fue la movilización popular para salvar a los humedales, la coordinación de actividades masivas en el marco de los reclamos. Todas las organizaciones socio ambientales de la región este año trabajamos muy duro y llevamos a cabo diversas actividades de distinto tipo, no solo reactivas sino también proactivas para incentivar mejores usos y cambios de hábito.

CESAR MASSI (Red Nacional de Humedales)

El problema más grave fue la quema de humedales. Tuvo epicentro en nuestra zona, en el territorio Piecas, pero el rio se quemó entero desde el límite con Buenos Aires hasta Chaco. Jaaukanigás se quemó muchísimo, los Bajos Submeridionales también. Hubo casi 400 mil hectáreas quemadas, de estos tres años que tuvimos fuego fue el segundo peor después de 2020. Otro problema del que no se habla demasiado fue la sequía, que afectó muchísimo a la vegetación y consecuentemente a la fauna, muchísimo a los cultivos y el suelo se erosionó gravemente, se voló muchísimo suelo este año, el viento y la sequía hicieron muchísimo daño a todo el ecosistema en general y también colaboró para que haya incendios forestales. Y, finalmente, otro tema que pasó el límite de lo grosero es la impermeabilización de la cuenca del Ludueña, que este año se completa con un emprendimiento que se proyecta construir casi adentro del embalse, lo que será un problema a futuro para toda la cuenta y sobre todo a Rosario que va a recibir todo el excedente hídrico.

La acción de los poderes públicos diría que fue casi nula. Desde el Consejo Federal del Medio Ambiente se operó en contra de la Ley de Humedales que impulsaban las organizaciones. En cuanto a la sequía, se trata de solucionar con parches, con emergencias, con disminución de impuestos, pero nunca se trata el problema de fondo que es el daño ambiental que agrava la seguía y las inundaciones: el cambio de uso de suelo.

La iniciativa ambiental más importante de este año y de los que pasaron fue consolidación de la lucha por la Ley de Humedales, el nacimiento de muchas organizaciones grandes y no tanto, algunas locales otras que abarcan un poco más. Hubo muchísima discusión y muchísima militancia nueva en torno a la crisis climática.

CECILIA REEVES (Taller Ecologista)

Considero que las tres problemáticas ambientales más importantes que atravesó este año la región son las quemas en el Delta, la bajante histórica del Paraná y sequía extrema, y la urbanización explosiva y depredadora del ecosistema, no adaptada al ambiente.

No existió un abordaje de estos temas por parte de los poderes públicos que aportaran soluciones reales, ni en tiempo ni en forma, a estas problemáticas. Por ejemplo, no hubo ningún avance en la implementación del Piecas para el Delta y tampoco en la sanción de la Ley de Humedales.

La iniciativa ambiental más importante del año creo que ha sido el trabajo en territorio de organizaciones y la articulación entre ellas. La participación de las organizaciones en espacios públicos como sucede en Granadero Baigorria, con la Isla de los Mástiles, o de Funes, con la Guardia Ambiental. También, la articulación de las organizaciones para la movilización en las calles.

IVO PERUGGINO (Mundo Aparte)

El fuego no es el único problema del Delta, este año hubo muchos focos de incendio y muchas hectáreas arrasadas, lo que trae consecuencias negativas no solo para el resto de las especies sino para la especie humana. Pero en el Delta pasa de todo: terraplenes que cortan el paso del agua y secan lagunas, caza furtiva de fauna silvestre, depredación de la fauna ictícola, construcciones ilegales, siembra, fiestas electrónicas, eventos masivos. La situación del humedal es crítica.

El modelo productivo del país basado en el uso de agrotóxicos, que contaminan el suelo, el aire y el agua, es otro problema estructural y uno de los más tremendos del país. Y en tercer lugar pondría las extracciones del arbolado urbano que no se hacen correctamente y no se detienen. En una ciudad tan grande, con tanto cemento, y con temperaturas extremas necesitamos sí o sí al arbolado urbano

Los tres poderes del Estado no están a la altura de los problemas ambientales, siguen haciendo y profundizando las mismas actividades que nos llevaron a esta crisis climática, ecológica, energética y social.

La iniciativa ambiental más importante sigue siendo la gente en la calle, cada vez más informada y cada vez más consciente de la íntima relación que hay entre la salud individual, la colectiva y la de los territorios.

JULIETA BERNABÉ (Multisectorial por los Humedales).

El problema más urgente de la región es el cambio en el uso de suelo, la extensión de las tierras productivas y la urbanización descontrolada que son el motor de cambio de nuestros humedales, con una pérdida extrema en su biodiversidad. La crisis hídrica, expresada en la falta de lluvia, los períodos extensos de sequía, las bajantes y la escasez de agua se han vuelto casi constantes. Todo esto, asociado a un modelo productivo insostenible, que es piedra fundacional del ecocidio que vivimos a diario. En nuestra región agregamos la profundización del dragado del Paraná y la contaminación de sus aguas producto del vertido en crudo de efluentes cloacales y desechos industriales.

La respuesta de los gobiernos apuesta más a la foto que a la solución de fondo. Los escasos avances resultan casi imperceptibles dentro de un escenario donde las fichas están puestas fuertemente en un modelo de producción extractivista y altamente contaminante.

La acción a destacar es el impulso a una Ley de Humedales nacional, un pedido que renace en 2020, en medio del humo y la pandemia, con miles de personas en las calles y millones a lo largo del país exigiendo una ley justa y consensuada. Un pedido al día de hoy sordo en lo que respecta al poder político, salvo excepciones, pero sostenido por comunidades, movimientos socioambientales, sindicatos, universidades, medios de comunicación y un sinfín de actores sociales.

MIRKO MOSKAT (Taller Ecologista)

Las quemas en el Delta fueron sin duda el principal problema. Nos preocupa también el crecimiento de proyectos inmobiliarios sin planificación ambiental del territorio (como sucede en zonas sensibles de la cuenca del Ludueña, pero también en particular la megatorre de 200 metros aprobada recientemente en Puerto Norte) y que en Rosario, en un año clave, sigua sin haber avances hacia un sistema sustentable de gestión de residuos.

El abordaje de los poderes públicos no está a la altura de las circunstancias, la cuestión ambiental sigue siendo un elemento marginal en las políticas concretas, más allá de los discursos. Por ejemplo, en la problemática de las quemas, de la que la mayor responsabilidad es de la provincia de Entre Ríos, vemos un Estado con poca presencia en el territorio, con mecanismos de sanción que no funcionan bien, con el Piecas inactivo y sin Ley de Humedales. Un aspecto transversal es que no se implementan desde el Estado espacios de participación genuina. Las demandas de espacios de participación son algo recurrente en distintos temas, y en el mejor de los casos se escucha, pero eso impacta poco en la construcción de políticas. En el tema residuos en Rosario, hace un año casi exacto, se incendió y arruinó en buena medida la principal infraestructura de tratamiento de residuos; hace 4 años que no hay avances importantes e innovadores en materia de separación, salvo las propuestas e implementadas por las organizaciones; se aplican mal las normativas de eliminación de plásticos de un solo uso y sigue costando acceder a la información pública.

Creo que lo más destacable que está ocurriendo es la articulación creciente entre distintas organizaciones, algo que se manifiesta en diversos ámbitos, por ejemplo en las campañas por la Ley de Humedales, en la articulación por la isla de los Mástiles, en la construcción de propuestas en materia de residuos, la organización de acciones de visibilización de la problemática de los plásticos o la articulación entre organizaciones y vecinos preocupados por el cuidado de la cuenca del Ludueña frente a los proyectos inmobiliarios.

JUAN VILADOMS (Siprus. Sindicatos por el Ambiente)

El problema más grande que atravesamos fue la sequía y su afectación al acceso al agua potable, muy importante para el cuidado de la salud. En el mismo sentido, no podemos dejar de ver el tema de las quemas, muy tangible en nuestra región por la demanda popular para que se tomen medidas para frenarlas, y también la contaminación, sobre todo relacionada con la problemática de los residuos que están afectando el agua y la tierra.

Estos temas demandan acciones que superan el ciclo de un gobierno. Pero en el caso de Argentina hay otra cuestión: si tenés una deuda externa enorme, no tenés soberanía económica y el modelo de producción se basa en el extractivismo, la defensa del medio ambiente se encara de forma insuficiente, o terminás defendiendo directamente al lobby minero, como sucedió en el debate por la ley de humedales.

Lo mejor del año fueron las respuestas regionales a problemas ambientales que se dieron en diferentes lugares, desde Catamarca con las mineras hasta Mar del Plata contra el extractivismo petrolero. Hay que ir hacia otra forma de producción, donde lo más importante sea la gente, en comunión con la naturaleza.

ROMINA ARAGUAS (Abogada Ambientalista / El Paraná no se Toca).

El tema ambiental más importante ha sido sin duda la quema de los humedales, porque tiene que ver con la destrucción progresiva y paulatina que vienen atravesando nuestros humedales desde hace más de diez años, pero que en este último tiempo se ha agravado y ha traído consecuencias directas a la salud de los rosarinos, palpables e inmediatas, y a largo plazo va a traer consecuencias respecto a la calidad de nuestro río. El segundo tema es la contaminación por agrotóxicos, que también van a parar al río. Y por último la falta de políticas adecuadas de gestión de residuos sólidos urbanos y la contaminación por plásticos de arroyos y cursos de agua.

Ninguno de los temas tuvo un abordaje interjurisdiccional adecuado. En relación a los humedales fue paupérrimo:  las tres jurisdicciones se pelaban por ver a quien echarle la culpa. Las respuestas nunca fueron preventivas, llegan con posterioridad y son ineficaces.