Nativas en el arbolado urbano, la llave para enfrentar el cambio climático

Por: César Massi//Foto: gentileza César Massi

La crisis climática hará más difícil la vida diaria en las ciudades y poder moderar ese impacto dependerá en gran medida de la conservación del verde urbano. En los últimos seis años tuvimos 4 eventos ENSO-Niña con altísimas temperaturas (veranos 2017/2018, 2020/2021, 2021/2022 y 2022/ 2023) y numerosas olas de calor. Esto no solo impacta en la vida de las personas, sino en la salud del espacio público y particularmente del arbolado acelerando su deterioro, dañando algunas especies por estrés hídrico y bajando drásticamente la supervivencia de los nuevos ejemplares que se plantan. Se espera que estos fenómenos empeoren y que el arbolado urbano quede expuesto no solo a más altas temperaturas o sequía, también a vientos y lluvias más intensas.

En el caso del arbolado de alineación, también a los daños que se producen por el avance de la construcción y el trabajo en la infraestructura subterránea: la poda reiterada de raíces y los huecos que empiezan a generarse en las alineaciones. Al mismo tiempo aumenta la necesidad de sombra y de minimizar los efectos de isla de calor, con lo cual la planificación del arbolado a futuro es central para sortear estos desafíos.

Arbolado de alineación, parques y plazas

Uno de los desafíos que presenta el arbolado urbano en un contexto de crisis climática es considerar las condiciones ambientales que va a enfrentar el arbolado público en el futuro, algo determinante para decidir que vamos a plantar hoy. En la actualidad pensamos en los árboles principalmente por la necesidad de sombra, buscando gran volumen de copa y hojas grandes, pero el calentamiento de las ciudades no favorece el desarrollo de ese tipo de árboles que son característicos de zonas templadas o bien de bosques húmedos, árboles acostumbrados a vivir en formaciones compactas y a un sistema radicular superficial.

Si bien la necesidad de sombra y la reducción de la temperatura es central para poder habitar las ciudades, necesitamos planificar la infraestructura verde teniendo en cuenta que los árboles también sufren los efectos de un clima cada vez más duro: aumento de la temperatura y de la frecuencia de olas de calor, episodios de sequía y viento, también lluvias más intensas. No podemos ignorar esto porque las especies que plantemos hoy tendrán un desarrollo adulto en 10 o 15 años enfrentando todavía peores condiciones.
Reitero este período de 10 años como un símbolo de lo que cuesta sembrar, criar y tener puesto en la calle un árbol que empiece a dar sombra. También para lo que tardan en madurar las decisiones respecto al arbolado y evaluar ensayos. Un tiempo extenso para también reflejar la necesidad de anticipación y no reaccionar recién cuando el daño obliga a cambiar.

Hay que anticiparse a los cambios y ensayar mucho, ahora. Como los cambios son evidentes (sobre todo la abundancia de los picos de calor) considero que hay que apostar a especies de mayor rusticidad, buen desarrollo vertical y raíces profundas que soporten mejor el constante trabajo en calles y veredas. La mayoría de las especies que cumplen con estos requisitos son las especies de la ecorregión chaqueña.
Si bien no tienen la capacidad de generar sombra de las especies de selvas húmedas, si pueden brindar una sombra aceptable en momentos de mayor estrés. A pesar del extenso patrimonio forestal que tiene el país el uso de estas especies está condicionado por una enorme resistencia al cambio dentro de las políticas de arbolado urbano. Hace casi 100 años que usamos la misma selección de especies y eso perpetúa el
círculo vicioso: no se plantan especies nuevas porque no se conocen, no se conocen porque no se ensayan. La falta de audacia para encontrar nuevas soluciones nos deja plantando lo mismo en condiciones cambiantes.

Necesitamos revertir esta situación, invertir recursos y generar nuevos conocimientos. Los municipios no pueden depender de la oferta existente en el mercado, necesitan generar soluciones para las diferentes realidades dentro del espacio público. Las calles de las zonas densamente pobladas, por ejemplo, donde reside la mayor complejidad. Además de las propias dinámicas de las ciudades (construcción, trabajo en
veredas, presión sobre la poda por la inseguridad) existen limitantes de luz y espacio que
condicionan (reducen) la posible elección de especies. No tenemos esas restricciones en los grandes parques ni en las plazas. Ahí no hay excusas para evitar el uso de especies nativas y sí una enorme oportunidad de recuperar conexión con la naturaleza. Si bien hay que respetar la identidad cultural de
nuestros espacios verdes históricos, se pueden generar “islas de biodiversidad” en ellos y
priorizar el uso de nativas en los nuevos espacios.

Especies propuestas para incorporar al arbolado de alineación (este listado es una propuesta en base a especies con alguna experiencia visible en arbolado urbano o vivero, con algunos criterios que considero apropiado en base a mi experiencia: 1) Crecimiento medio o rápido, para reemplazar o generar sombra en un tiempo razonable y además porque los ejemplares que pasan mucho tiempo en estadío juvenil son propensos al vandalismo. 2) Desarrollo vertical, evitando copas bajas aparasoladas (ejemplo Algarrobo blanco) porque no hay manera de compatibilizarlo con el principal conflicto que tiene hoy el arbolado, la inseguridad y necesidad de despejar las luminarias. 3) Rusticidad y tolerancia a las elevadas temperaturas, presentes y futuras. 4) Buen anclaje de raíces. 5) Tolerancia a la competencia por luz (edificios, otros árboles). 6) Maximizar dentro del contexto la necesidad de sombra.

Reitero la necesidad de trabajar en ensayos porque todas las especies pueden funcionar de
manera diferente incluso en sectores muy próximos. Especies de copa alta: Viraró (Ruprechtia laxiflora), Tipa colorada (Pterogyne nitens), Lapacho negro (Handroanthus heptaphyllus), Guayaibí (Cordia americana), Azotacaballos (Luehea divaricata), Urunday (Myracrodruon balansae), Bugre (Lonchocarpus nitidus).
Estas especies serían ideales para ensayar en el microcentro, donde se necesita cerrar la sombra de las calles a mayor altura con un tamaño de veredas reducido para especies de mayor desarrollo / ancho de tronco. Especie de copa media / baja: Anacahuita (Blepharocalyx salicifolius), Sangre de Drago
(Croton urucurana), Canelón (Myrsine laetevirens), Blanquillo (Sebastiania brasiliensis), Curupí (Sapium haematospermum), Ingá (Inga uraguensis), Palo de leche (Sebastiania commersoniana). Estas especies son ideales en donde no haya necesidad de irse tan arriba para cerrar la sombra (calles del macrocentro, calles con casas bajas). Especies para espacios reducidos: Palo amarillo (Terminalia australis), Lapachillo
(Poecilanthe parviflora), Guayabo colorado (Myrcianthes cisplatensis), Palo víbora (Tabernaemontana catharinensis). Viraró de río (Ruprechtia salicifolia). Especies cuya reproducción y estudio se recomiendan: Aguaí colorado (Pouteria gardneriana), Camboatá colorado (Cupania vernalis), Laurel criollo (Ocotea acutifolia), Tarumá sin espinas (Vitex megapotamica).

Casos especiales: El Ibirá pitá (Peltophorum dubium) ha traído problemas por su crecimiento anómalo en lugares con sombra, pero sigue siendo un buen árbol para lugares en donde no tenga competencia por luz (barrio de casas bajas). Especies nativas para parques, plazas y espacios amplios: Timbó blanco (Albizia inundata), Timbó colorado (Enterolobium contortisiliquum), Algarrobo blanco (Neltuma alba), Ceibo (Erythrina crista-galli), Laurel (Nectandra angustifolia), Chañar (Geoffroea decorticans), Espinillo (Vachellia caven, Vachellia aroma, Vachellia astringens), Tala (Celtis tala), Sangre de drago (Croton urucurana), Molle (Schinus longifolia), Guayabo colorado (Myrcianthes cisplatensis), Tarumá (Citharexylum montevidense).
Estas especies tienen buen desarrollo, crecen en nuestra región o alrededores, no tienen gran necesidad de mantenimiento y excelente interacción con la fauna.

Especies no recomendables: 1) Fresno (Fraxinus sp.): Es una especie comprobada invasiva, sobre todo en sectores cercanos a lugares silvestres. Es también la especie más usada en la ciudad y probablemente se siga usando muchos años más. Podría regularse su uso en lugares determinados (cerca de los corredores biológicos, en parques y plazas, etc). Especial atención a los pies injertados con Fraxinus angustifolia, están ocupando cazuelas ejemplares que han detenido su crecimiento y están estancados hace años
(calles Roca, España, etc). Evaluar. 2) Jacarandá (Jacaranda mimosifolia): Otra especie muy intensamente usada en el centro que en condiciones normales no trae problemas pero hay que resaltar su caída tras las tormentas y la inclinación de gran mayoría de los ejemplares que además han sido dañados por el transporte público y los camiones de carga/descarga. Evaluar. 3) Especies invasoras: Árbol del cielo (Ailanthus altissima), Mora (Morus alba, Morus nigra), Mora del papel (Broussonetia papyrifera), Ligustro (Ligustrum lucidum, Ligustrum japonicum), Guaran (Tecoma stans), Olmo (Ulmus pumila), Acacia negra
en cualquiera de sus variedades y cultivares (Gleditsia triacanthos), Negundo (Acer negundo), Leucaena o Guaje (Leucaena leucocephala). 4) Especies que ya muestran daños por temperatura y estrés hídrico: Arce plateado, Tilo, Plátano, Crespón, etc.

Esta es una propuesta basada puramente en la experiencia y en el conocimiento de observar y hacer plantas, aprendiendo de la naturaleza primero en el terreno y luego en el vivero. El trayecto culmina evaluando el experimento de trasladar un árbol del monte nativo a una ciudad. Algunas veces saldrá bien y en otras saldrá mal. El arbolado urbano tiene experiencias en ambos sentidos, aunque escasas si hablamos de especies nativas. Creo que en un contexto de crisis climática es necesario poder formar y sostener en el
tiempo equipos para llevar adelante la política ambiental de nuestras ciudades, sobre todo
para mejorar la infraestructura verde de la ciudad. Los árboles tienen su tiempo, los ensayos
trascienden gestiones y los resultados también. Necesitamos (reitero) generar nuevos conocimientos para las soluciones que necesitamos hoy y más adelante también. Trabajar en adaptación es eso, justamente lo contrario a lo que hacemos hoy.

No solo hay una oportunidad de generar un arbolado resiliente y diverso, preparado para un
clima más extremo. Hay una oportunidad de volver a generar un vínculo con la naturaleza, un vínculo que hoy está roto y explica mucho de lo que nos pasa.

Corredores biológicos

Márgenes del arroyo Saladillo (Reserva Hídrica Arroyo Saladillo)

El trayecto del arroyo Saladillo presenta una baja cantidad de especies de árboles nativos excepto en su tramo final, que incluye a la Reserva Natural de Villa Gobernador Gálvez (reserva natural manejada – santuario de flora y fauna). Si bien en la mayoría del trayecto solo se encuentran de manera natural algunas comunidades de Cina Cina (Parkinsonia aculeata), Tala (Celtis tala) y Espinillo (Vachellia caven), en su tramo final aparecen otras especies ligadas al espinal y presentes en las barrancas del río Paraná: Aguaribay (Schinus molle), Molle (Schinus longifolia), Moradillo
(Schinus fasciculata), Algarrobo blanco (Neltuma alba), Algarrobo negro (Neltuma nigra), Ñandubay (Neltuma affinis), Curupi (Sapium haematospermum) y Ombú (Phytolacca dioica), más algunas que han sido dispersadas por la fauna desde el arbolado urbano o privado. Podría agregarse el Chañar (Geoffroea decorticans) aunque no está presente en este tramo. Para resguardar la integridad y las funciones de este corredor biológico recomendaría limitar las intervenciones a estas especies, integrarlas al arbolado de alineación en las cercanías y prohibir el uso de especies comunes en el arbolado urbano que resultan sumamente invasivas en la zona como el Fresno (Fraxinus sp.) o el Guarán (Tecoma stans).

Arroyo Ludueña

La cuenca del arroyo Ludueña transita en medio de los pastizales pampeanos con escasa presencia de árboles. Sin embargo en el último tramo, posterior a la traza de la autopista Rosario – Córdoba, aparecen ejemplares de Cina Cina (Parkinsonia aculeata), Espinillo (Vachellia caven) y Chañar (Geoffroea decorticans). Estas especies aumentan su presencia hacia el final del tramo (completamente modificado) hasta llegar al Bosque de los Constituyentes, donde son muy abundantes. La forestación del bosque merece un tratamiento aparte. Para hacer una breve descripción, el espacio cercano al arroyo no admite demasiadas opciones por la calidad del suelo y del agua, limitando las especies posibles de implantar a las mencionadas anteriormente más los algarrobos. Dentro de los macizos de Casuarina (Casuarina cunninghamiana) y Acacia negra (Acacia melanoxylon) crecen algunas otras especies que las aves dispersan ya bien de la misma cuenca o del arbolado de alineación / privado. Estos sectores tienen muchos renovales de
Tala (Celtis tala), Anacahuita (Blepharocalyx salicifolius) y Ñangapirí (Eugenia uniflora), entre otros.

Se observan para intervenir además el “Parque Público Ludueña” y el área perteneciente al Bosque de los Constituyentes que se encuentra frente al barrio Aldea. Teniendo en cuenta el contexto, en ambos casos hay que tener cuidado de que las intervenciones respeten la identidad del lugar y la función de corredor biológico. En concreto utilizar las especies que crecen naturalmente y no las opciones usuales del arbolado urbano en parques, utilizando además cartelería para promover la educación ambiental.

Parques de la costa central y espacios públicos del corredor biológico del río Paraná.

Rosario vive frente al río, con una identidad muy marcada por el humedal. Sin embargo, hay una ausencia completa de los árboles ligados a este ambiente en los espacios públicos de la costa. Para que la costa pública funcione mejor como un gran corredor biológico debe priorizarse la utilización de estas especies.
Hay que aclarar que no se trata de excluir sino de incluir, ya que las especies exóticas utilizadas con fines ornamentales (incluidas las mal llamadas “nativas” como el Lapacho, Jacarandá, Palo borracho, Tipa, que pertenecen a otras ecorregiones) representan casi la totalidad del arbolado existente.

Los mejores ejemplos de esta dinámica se dan en los escasos lugares que conservan
vegetación nativa, en contraste con el resto:
● El Parque Urquiza, con una gran afluencia de aves y sus barrancas custodiando las últimas poblaciones de Chañar (Geoffroea decorticans), Quebracho blanco (Aspidosperma quebracho-blanco) y Tala (Celtis tala, Celtis pallida).
● La barranca del parque Sunchales, que conserva ejemplares enormes de timbó blanco (Albizia inundata), Ombú (Phytolacca dioica) y Chañar (Geoffroea decorticans).
● Costa alta y el paseo del caminante, que en estos años de bajante se ha convertido en una muestra de las dinámicas del río con la aparición de bosques de aliso y sauce, sirviendo de refugio a muchas especies habituales en la isla en los episodios de incendio. Sus barrancas también albergan algunos ejemplares de Chañar y Moradillo (Schinus fasciculata) más algunos aislados de Quebracho blanco.
● El Parque de nativas del Acuario del Río Paraná, que día a día recibe más especies de aves e insectos tanto en la costa como en el parque propiamente dicho.

Dada la relación directa que existe entre la fauna y los espacios públicos que conservan vegetación nativa, se hace necesario priorizar en la elección de las nuevas especies aquellas que tengan presencia natural en la barranca (ligadas al espinal) y el humedal. Sobre el primer grupo podriamos nombrar a los algarrobos blanco y negro (Neltuma alba, Neltuma nigra), Tala (Celtis tala), Chañar (Geoffroea decorticans), Molle (Schinus longifolia), Sombra de toro (Jodina rhombifolia), Espinillo (Vachellia caven), Canelón (Myrsine
laetevirens) y Guayabo colorado (Myrcianthes cisplatensis). Con excepción del Canelón, estas especies son muy resistentes a las condiciones de sequía, presentan espinas y requieren formación los primeros años para que crezcan derechas.

En el segundo grupo tenemos especies como el Timbó blanco (Albizia inundata), Timbó colorado (Enterolobium contortisiliquum), Laurel de río (Nectandra angustifolia),Curupí (Sapium haematospermum), Sangre de Drago (Croton urucurana) y el Ceibo (Erythrina crista-galli). Estas especies tienen baja tolerancia a las heladas y mayor requerimiento de agua pero casi no requieren poda de formación y presentan una muy buena calidad de sombra. Mención aparte para el Ceibo (Erythrina crista-galli), que debería ser la identidad de nuestros parques costeros. Es la flor nacional, un árbol de crecimiento rápido, buena sombra y excelente aptitud para atraer fauna (picaflores, abejorros, carpinteros, boyeros). La utilización de especies exóticas debería estar limitada únicamente al arbolado de alineación.

Avenida Circunvalación – Ruta nacional A008. Propuesta de corredor biológico.

Circunvalación conecta todas las áreas de alta biodiversidad del Gran Rosario: el arroyo Ludueña y el Bosque de los Constituyentes, el arroyo Saladillo y la Reserva Natural de Villa Gobernador Gálvez, el río Paraná en sus dos extremos y el corredor biológico de la autopista Rosario – Santa Fe (AP-01). Hoy tiene un mantenimiento basado en el constante corte de césped y es un gran espacio verde con muchos costos y pocos beneficios. Podría servir como un enorme corredor biológico que conecte todos estos ambientes y permita el tránsito de especies fuera y dentro de la ciudad. Con una correcta elección de especies podría garantizarse una mirada ornamental, que ofrezca floraciones en gran parte del año, el sostenimiento de la biodiversidad y también minimizar la contaminación sonora y del aire.

Transformar Circunvalación en una gran barrera verde que oficie de corredor biológico para Rosario significa arrancar de 0 con un equipo de gente que pueda mantenerse en el largo plazo y realice mantenimiento / seguimiento constante de la forestación, algo que durará varios años y puede realizarse casi exclusivamente con la producción propia del vivero de nativas del Bosque de los Constituyentes.
También el estudio de la dinámica generada y el análisis de los resultados que se vayan logrando.

Algunos criterios:
* Núcleo de especies del espinal: son las especies encontradas en los arroyos Saladillo y Ludueña, el Bosque de los Constituyentes, la Reserva de Villa Gobernador Gálvez y las barrancas del río Paraná. Con la presencia de estas especies se favorece el tránsito de la fauna. Estas especies están mencionadas en apartados anteriores.
* Especies de gran volumen de copa para generar sombra en espacios de uso público, mitigación del ruido y la contaminación, + servicios ambientales: Timbó blanco (Albizia inundata), Timbó colorado (Enterolobium contortisiliquum), Ibira pitá (Peltophorum dubium), Tipa blanca (Tipuana tipu), etc.
* Especies muy atractivas para la fauna tanto a nivel de alimento como de refugio/nidificación: Tala (Celtis tala), Anacahuita (Blepharocalyx salicifolius), Molle pampeano (Schinus longifolia), Guayabo colorado (Myrcianthes cisplatensis), Curupí (Sapium haematospermum), especies melíferas mencionadas en otros apartados, etc.
* Especies ornamentales para generar impacto visual. En este caso se puede trabajar para generar un calendario de floraciones continuo al menos de Julio a Abril, en distintos tramos de la traza. Un buen ejemplo son los espinillos (Vachellia caven, Vachellia atramentaria, Vachellia aroma) que bien ubicados generan una floración desde el final del invierno hasta el principio del verano. También se pueden mencionar en este apartado especies como el Lapacho negro (Handroanthus heptaphyllus), Cina Cina (Parkinsonia aculeata) y el Ceibo (Erythrina crista-galli). Estas últimas dos pueden además ubicarse en los espacios destinados a reservorios.
* Arbolado de alineación para las colectoras que en gran parte es inexistente.
* Parquización de rotondas e intersecciones con herbáceas y arbustos nativos. También podría pensarse en recrear sectores de pastizal nativo o incorporar gramíneas de gran volumen para reducir el corte de césped (Cortadera, Paja de techar, Paspalum). La decisión sobre la elección de especies y espacios debe tener en cuenta el mantenimiento y la frecuencia de riego que sea posible garantizar, así como también el
clima.

Para cerrar este punto hay que decir que Circunvalación ya tiene forestación en algunos tramos con especies de bajo interés para la fauna (casuarina, álamo, tipa), incluso sectores de la traza que hoy tienen uso público “de facto” como por ejemplo el parquizado central en el sector del bosque de los constituyentes, de gran afluencia de gente los fines de semana. También hay problemas con la gestión de residuos, con varios sectores que ofician de basurales clandestinos y más de una vez generan incendios. Creo que la valorización del espacio por medio de una forestación adecuada también minimiza este problema. Por la extensión de la traza, el espacio disponible y la cantidad de gente que la transita a
diario, creo que sería un proyecto muy significativo para Rosario. No solo por los servicios ecosistémicos, sino porque generaría pertenencia, nuevos usos que hoy existen en espacios reducidos, una valorización del territorio y una enorme oportunidad para hacer educación ambiental.

Este trabajo podría complementarse con intervenciones en grandes espacios verdes, públicos y privados, para favorecer el tránsito de especies hacia el interior de la ciudad. No solo con la forestación sino fomentando espacios verdes participativos y con una fuerte orientación a la educación ambiental, algo que se realiza con bastante éxito en otras grandes ciudades del país. Pueden ser jardines de mariposas o polinizadores en los parques, veredas jardín en los barrios y priorizando el uso de especies nativas en el
arbolado de alineación. También comprometiendo al sector privado, clubes e instituciones educativas y sociales con el cuidado de la infraestructura verde y el arbolado, más la necesidad de integrar estas
especies.

Entre los espacios públicos o privados cuya intervención debe considerarse dentro del radio urbano, se encuentran: Parque Ricado Balbín, Parque Héroes de Malvinas, Predio ferial Parque Independencia, Parque Sur, Parque Alem y desembocadura del Ludueña, Parque de la cabecera, Avenida Sabín, entrada por ruta 34, Parque habitacional Ludueña, Parque de la Arenera / Scalabrini / Clubes sobre las vías, Jefatura de Policía, Club de Armas, Centro Universitario UNR / La Siberia y parques de la costa central, entre otros.