Por: Jorgelina Hiba
Fotos: gentileza Mundo Aparte
Vive en una gran ciudad y está rodeado de decenas de vecinos, pero cuando sale no ve edificios ni casas, ni calles asfaltadas, ni consorcios con administradores y gastos centrales, ni supermercados, ni semáforos. En sus caminatas por los caminos que se abren desde su casa se encuentra a diario con Inti, Catriel, Otto y Uriel, a quienes acompaña y cuida con atención cada día. Pero no son humanos: son animales silvestres que se recuperan en Mundo Aparte, una reserva única en su tipo que desde hace años funciona en la zona norte de Rosario dando refugio a aves y mamíferos escapados de sus cautiverios o víctimas de la caza o el tráfico.
Allí, entre pumas, lechuzas, caranchos, zorritos, monos, un aguará popé, un gato montés, un tatú y hasta un ciervo axis pasa la cuarentena Franco Peruggino, uno de los voluntarios que le pone el cuerpo y el alma al proyecto liderado por Beba Linaro, ecologista pionera del sur e Santa Fe e ideóloga de un lugar que se abre como una ventana de naturaleza y silencio a metros de una avenida y rodeada de las vías el tren y las casas sencillas de Casiano Casas.
“Tengo la infinita suerte de que mi casa quede en un mundo aparte. Mis vecinos aquí son animales silvestres que fueron rescatados de situaciones de maltrato y hoy viven en paz dentro del predio que les pertenece, donde compartimos lo maravilloso de nuestras vidas. Paso los días sin fiebre, ni tos, ni virus, lleno de otros intensos sentimientos” explicó Franco en una “Bitácora de la cuarentena” que compartió en el Facebook de Mundo Aparte hace algunas semanas atrás.
Allí, en un entorno único, registró sus sensaciones a la par que el ritmo de la ciudad se paralizaba por el aislamiento obligatorio y muchos tuvieron que detener su marcha cotidiana para, por una vez, poder contemplar lo que los rodeaba: “mientras el mundo intentaba detenerse (o mejor dicho cambiar el ritmo, desacelerar) aquí ya lo habíamos hecho. Más aun, ya lo habíamos entendido. Al no tener agenda (voluntarios, escuelas, visitas ni actividades programadas) ya no importaba la semana del mes, ni el día de la semana. Aunque importaba y mucho el momento del día, porque de eso sí saben quienes viven aquí. Este Mundo Aparte claro que seguía andando pero a otro ritmo, al ritmo de ellos: los animales”.
De eso se trata, según Franco, lo que deja compartir los días con los animales: apreciar el silencio, aprender a ser más compasivos, permitirse tiempo para la reflexión y la observación de la naturaleza que nos rodea aún en medio de una gran ciudad.
“Paramos la actividad y nos pudimos encontrar con lo que siempre estuvo allí: encontramos una mayor intimidad con el silencio y con la naturaleza, que es algo que en Mundo Aparte disfrutamos a diario, con o sin cuarentena” razonó, para agregar que la naturaleza “estaba acá antes que nosotros” y que la pausa obligada de la cuarentena puede ser una oportunidad para amigarnos con lo que nos rodea.