El arraigo como modo de resistencia ecofeminista

Por: Jorgelina Hiba

“Estamos ante una rapiña territorial y una rapiña de los cuerpos que nos dice que la Conquista aún está en curso en buena parte de nuestros territorios. La mujer es sujeto de arraigo, y el arraigo es hoy el mayor enemigo de los monopolios y de los modelos hegemónicos”. La antropóloga Rita Segato puso así en palabras la esencia del ecofeminismo, un concepto que busca ampliar el corpus y la práctica del movimiento feminista hacia una noción de cuidado más universal que abarque tanto a los seres humanos como a los otros seres de la naturaleza, incluido el planeta Tierra.

Expresado de forma sintética, es un movimiento que busca hacer frente a la crisis ambiental y de cuidados que atraviesan tanto las mujeres como el planeta Tierra a través de la lucha simbólica y concreta de las mujeres en todos los ámbitos de la vida.

En palabras de la socióloga Maristella Svampa (una de las participantes del panel “Desafíos del ecofeminismo en Argentina “que abrió el encuentro federal de la Red de Defensoras del Ambiente y el Buen Vivir) el ecofeminismo llegó para poner en cuestión los modos de producción dominantes a través de un discurso y una acción ampliada que revalorice territorios “colonizados y dominados” como el cuerpo de la mujer y la propia naturaleza. Y que además desacralice discursos endiosados como el del “progreso” priorizando una renovada cultura del cuidado del otro, sea quien fuere.

“Es clave que los feminismos incorporen la agenda ambiental a sus debates y reclamos” señaló Silvia Vidal, ingeniera agrónoma e integrante de la Red DAyBV durante la jornada organizada en el Senado de la Nación. También se refirió a eso Svampa, quien anotó en la columna del debe la necesidad del feminismo urbano (sobre todo capitalino) de ampliar miradas para tomar también nota de las luchas por la salud y la vida en los territorios.

Soberanía alimentaria

“En este momento en Argentina se está violando el derecho humano a la alimentación, tanto por la inflación como por el modo de producción de los mismos”. Así de categórica fue Myriam Gorban, de la cátedra de Soberanía Alimentaria de la UBA, al analizar la actualidad en materia de alimentación y salud.

En ese sentido criticó el modelo productivo dominante, recordó que Naciones Unidas alertó por el excesivo uso de agroquímicos en el país y destacó que mientras que la idea de soberanía alimentaria es política, la de seguridad alimentaria “es puramente técnica”. “Es hora de transformar los sistemas alimentarios para volver a vincularnos con la nutrición y la salud” dijo.

También señaló que dentro del momento de revisión de los paradigmas productivo y social dominantes “las mujeres son la clave” como demuestra la aparición de colectivos territoriales de defensa del ambiente y la salud como Las Madres de Ituzaingó, las docentes de Entre Ríos y las campesinas que se ponen al hombro la agricultura familiar y el cuidado de lo propio en distintos rincones de Argentina.

Neoextractivismos

La crisis socioambiental que atraviesa el planeta pone en evidencia los límites del neoextractivismo y sus modos asociados de consumo. Así lo explicó Maristella Svampa, para quien el ecofeminismo es un aporte importante a la necesidad de repensar los modos de relación entre el ser humano y la naturaleza.

“El ecofeminismo nació en las luchas callejeras y no en los claustros académicos” dijo la socióloga, para quien existe una conexión entre la colonización de la naturaleza y la colonización del cuerpo de la mujer englobada bajo la idea de dominación y la lógica patriarcal de no respeto al diferente. “Hay vínculos sólidos entre género y ambiente. Se trata de reapropiarse del cuerpo y de la Tierra, de aquellos que nos fue expropiado” sintetizó, para agregar que el neoextractivismo es una cara de la cultura patriarcal.