El Paraná rejuvenece de la mano de la creciente

Por: Jorgelina Hiba

Después de un 2020 para el olvido, el año 2021 trajo agua al caudal del río Paraná, atravesado durante el último año y medio por una bajante extrema y una crisis de quemas y fuego que reconfiguró el paisaje del Humedal con consecuencias que aún están en estudio. Si bien es demasiado pronto para hablar de creciente, desde hace algunas semanas el río recuperó altura para instalarse en Rosario en torno a los 2,8 metros, aún por debajo de los niveles históricos para la época pero muy por encima de las mediciones de principios de año.

Lo primero a recordar es que bajantes y crecientes son fenómenos característicos de las zonas del Delta y que tanto la vegetación como la fauna están adaptadas a esos cambios. “El río sube y baja y hace que esa vegetación cambie y la fauna también, pueden ser ciclos anuales o plurianuales” señaló Graciela Klekailo, licenciada en genética y doctora en Ciencias Agrarias de la UNR.

Mismo lugar, otro paisaje

“Ha cambiado el paisaje y todavía no se puede decir que es una creciente porque sigue por debajo del nivel promedio, pero llegó el agua y se nota, revivieron algunos arroyos que estaban secos y las lagunas más cercanas al Paraná comenzaron a recuperarse” señaló Pablo Cantador, de El Paraná No Se Toca.

Según Cantador “se ven plantas diferentes a las que se veían antes del paso del fuego y cambió la vegetación”. “Los montes que más sufrieron fueron los sauces, había montes que no existen más y los que sobrevivieron están raquíticos”. Ceibos y aromitos, en cambio, parecen haber resistido mejor a la falta de agua y a las quemas.

Entonces, ¿qué pasa cuando crece el río? Klekailo precisó que al aumentar la velocidad de la corriente se genera más erosión y se arrastra aguas abajo mucha o parte de la biota de aguas arriba. “El agua nos trae mucha vida, desde microscópica como el plancton hasta animales grandes como algún yacaré o alguna yarará. El río se rejuvenece con la creciente”.

Las crecientes o inundaciones, sean periódicas o alternadas, son entonces una forma del sistema de renovarse al movilizarse tanto nutrientes y sedimentos como semillas, brotes, plantas y animales.

Vegetación y fauna

Uno de los aspectos donde más se nota la recuperación del ritmo ecológico asociado a la presencia de agua en el río es en la vegetación. “Se empezaron a ver irupés y es impresionante como muchos lugares ya están verdes”, dijo Cantador. En relación a las muy numerosas especies de aves que habitan el humedal del Delta del Paraná, según Cantador las aves típicas “están y han sobrevivido”, aunque por el contrario no se ven especies laguneras como los caracoleros, que probablemente se han movido de sus lugares tradicionales.

A la presión ambiental que significaron la bajante y las quemas, el humano agregó otro tipo de agresiones relacionadas por ejemplo con la caza furtiva, un viejo problema nunca resuelto de la zona de Islas.

“Los cazadores fueron otro de los grandes problemas del año pasado junto al fuego, ahora casi no se ven coipos y en las pocas lagunas con agua han desaparecido, mientras que antes se veían de a cientos”, señaló Cantador, quien agregó que si se ven algunos rastros de carpinchos.

Beneficiados y perjudicados

Por su parte, Klekailo detalló que los peces se ven muy beneficiados por la mayor cantidad de agua ya que, por ejemplo, “los huevos podrán moverse a lo largo del río y entre zonas que con la sequía estaban y ahora vuelven a conectarse”. Al mismo tiempo otras especies terrestres o semiacuáticas como pequeños roedores o gatos monteses pueden quedar más expuestos a los predadores, entre ellos los cazadores.

Cuando el agua sube es también común ver más víboras ya que tienen mayor cantidad de alimento disponible. “Se mueven más y las vemos más, se renueva la biota y comenzamos a ver animales que estaban ocultos o que se mueven desde aguas arriba” dijo la especialista.

Las aves que se alimentan de peces también resultan favorecidas ya que renuevan sus fuentes de alimento: “la creciente es un factor modelador del paisaje del Delta, son períodos que remodelan todo el sistema y se pueden formar nuevas isletas y montes en lugares no afectados por el fuego. Son tiempos de cambios en la vegetación que a su vez generan cambios en las condiciones de vida de animales asociados”, dijo la docente e investigadora.

Por otra parte, algunas especies se pueden ver afectadas como ciertas ranas, al desaparecer la vegetación que las protege o algunos sitios de nidificación.

Aprendizaje o error

¿Aprendimos la lección del año pasado? Para Cantador “no cambió nada ni veo que se esté haciendo algo diferente. Si en el invierno vuelve a bajar el río sufriremos de vuelta los incendios. Se ven muchos cazadores, la falta de control es igual que siempre, es total, Prefectura está de adorno y no hay controles de Fauna de la Provincia tampoco”.

“Lo único positivo es lo que hace la naturaleza, la lluvia y el rio más crecido aportan vida, pero creo que no aprendimos la lección. La vida se empezó a ver, muy de apoco y no como antes, pero se nota un cambio” graficó el ambientalista.