Por: Jorgelina Hiba
Bien entrada la noche del sábado, tras terminar dos horas de debate donde ninguno se salió de una agenda de temas pautada previamente, los tres candidatos a gobernar la rica y agroindustrial provincia de Santa Fe se encontraron con un reclamo frente a la puerta de canal 3, adonde había tenido lugar el encuentro: “Gane quien gane, paren de fumigarnos” expresaban los carteles y las consignas de un grupo de vecinos de diferentes localidades que se llegaron hasta el extremo oeste de la ciudad de Rosario para recordarles una problemática que, de manera unánime, había sido obviada durante la charla que mantuvieron Antonio Bonfatti, José Corral y Omar Perotti: las externalidades socioambientales de los agroquímicos, insumo clave en el modelo agrícola regional.
Antes, durante los 120 minutos que duró el debate, nada se mencionó sobre un tema que está en la agenda mundial (en Estados Unidos hay 13 mil causas judiciales contra Monsanto por no haber advertido los efectos nocivos del glifosato) y que acá nomás, en la vecina Entre Ríos, tiene a la Justicia, el Poder Ejecutivo, a los productores y a los ambientalistas en pie de guerra por la distancia a la cual se puede o no fumigar cerca de las escuelas rurales.
Una vez más, los candidatos no entraron en el debate ambiental, a pesar de que esa temática tiene que ver con la economía, la salud, la producción y la sustentabilidad de los territorios. Santa Fe, por caso, padeció 17 emergencias agropecuarias por el clima (sequía o inundaciones) en los últimos 20 años. Hace un año atrás, la falta de lluvias sobre la región núcleo generó pérdidas del orden de los 6 mil millones de dólares, en lo que fue catalogado por organismos internacionales como una de las 10 mayores catástrofes económicas relacionadas al clima a nivel global durante el año 2018. Un poco antes, hace tres años, las pérdidas por inundación le costaron a Santa Fe el equivalente a un tercio de su PBI anual.
Aún así, el tema del cambio climático casi no se mencionó durante toda la noche, salvo alguna referencia de Corral a lo que se debe invertir en obras para paliar sus efectos. Tampoco cómo se piensa encarar el ordenamiento de la aplicación de los agroquímicos: esta semana, una marcha muy nutrida recorrió el centro de la ciudad para decir “con la salud no se negocia”, un reclamo que se repite en muchos pueblos y localidades rurales donde la convivencia entre productores y vecinos se vuelve cada vez más complicada en parte por la falta de legislación actualizada y clara al respecto, que hoy recae sobre las comunas.
El caso entrerriano puede ser tomado como espejo de lo que puede ocurrir cuando no hay decisión política clara ni herramientas de control adecuadas para garantizar la salud en los territorios: la presión cada vez más fuerte y masiva de parte de maestros y vecinos derivó no en uno, sino en dos fallos de la Justicia para ampliar la zona en la cual no se puede fumigar alrededor de las escuelas rurales. Algo que generó malestar en el muy importante sector agrícola entrerriano, que se encontró con una medida inesperada que ni siquiera un decreto del gobernador puedo resolver a su favor. “El problema acá es que no hay control, entonces la verdad es que por lo menos la mitad de las empresas que fumigan no tienen capacitación, ni autorización, ni nada” le confió a Dos Ambientes hace pocos días un miembro del riños de la mesa de enlace entrerriana.
Con todo esto a la vista, los candidatos igual optaron por transitar la cómoda avenida de las vaguedades y obviedades que se dicen en campaña. Una vez más, la agenda verde pasó de largo en la alta política.