Por: Jorgelina Hiba
El nuevo mapa climático mundial impacta de múltiples maneras sobre las construcciones sociales humanas: una de las más notorias es sobre los sistemas de salud, que deben soportar nuevas presiones asociadas a rangos de temperatura al alza, mayor recurrencia de eventos extremos y cambios en los patrones de enfermedades relacionadas con mayores valores térmicos.
El papel que puede jugar el sector de la salud en políticas de adaptación al cambio climático es clave. “El cambio climático amenaza las mejores en la salud pública, atraviesa a nuestras economías y tensiona a las oportunidades de desarrollo. Si no nos ocupamos de esto, las otras metas de ODS (los objetivos de desarrollo sostenible de Naciones Unidas) también están en riesgo” señaló Antonella Risso, de Salud Sin Daño.
Risso también señaló que los hospitales no están preparados para enfrentar el cambio climático, un desafío para el cual se impone articular y adaptar los sistemas de salud incluso en los países con mayores recursos, como quedó demostrado hace algunos meses cuando los incendios en California (el estado subnacional más rico del mundo) causaron un centenar de muertos. “Parece que no nos podemos adaptar a algunas situaciones, son cosas que no son fáciles de resolver” señaló la experta durante la tercera sesión del programa “Diálogos Virtuales para Periodistas” enfocado en cambio climático y su impacto sobre la salud de las personas.
Nuevo paradigma
Este nuevo escenario obliga a repensar el diseño y la forma de trabajar de los próximos sistemas de salud, que deberán girar en torno a un criterio de resiliencia que vaya más allá de la funcionalidad de los edificios y tome en cuenta también otros criterios como los accesos a los centros de salud en caso de emergencias climáticas.
Uno de los problemas es que, según explicó la experta, en América Latina casi no hay planes de adaptación del sector de la salud a los desafíos que plantea el nuevo clima. “Casi no hay políticas o hay pero no tienen fondos, todavía hay mucho que hacer” dijo, para agregar que el cambio climático exacerba situaciones de vulnerabilidad preexistentes sobre todo asociadas a la pobreza y a la desigualdad.
“El cambio climático no afecta a todos por igual, la población más vulnerable como los migrantes y los pobres son los más amenazados” señaló Risso, quien citó el caso de la ciudad de Buenos Aires donde la mayor recurrencia de olas de calor impacta sobre la salud y también sobre la infraestructura, que no da abasto para una demanda creciente de electricidad por el uso cada vez más masivo de aires acondicionados.
Falencias estructurales
Por su parte Carolina Gil Posse, también de Salud Sin Daño, señaló que Argentina tiene “escasísima información” sobre contaminación del aire, uno de los factores más asociados a daños respiratorios en grandes ciudades. “Para adaptarnos al cambio climático hace falta invertir en monitoreo e investigación, porque sin una buena línea de base no se pueden elaborar políticas efectivas” dijo, para agregar que se trata de una inversión “que el estado tiene que hacer”.
Otro problema es la falta de articulación que existe entre los diferentes compartimentos del estado. “El estado debe armarse ante esta nueva realidad”, sintetizó Gil Posse.