Por: Jorgelina Hiba
El cambio climático es un desafío mucho más complejo y amplio que el calentamiento global. Aunque muchas veces las dos palabras se utilizan (mal) como sinónimos, el cambio climático es una crisis que tensiona no sólo a los termómetros sino también, y sobre todo, a los sistemas económicos, sociales y políticos de todo el mundo. Desde esa perspectiva hay que entender la relación entre nuevo clima y migraciones, un fenómeno muy antiguo que toma nuevas formas de la mano de las urgencias que se despliegan en los territorios.
En torno a ese tema giró el seminario web “Diálogos Virtuales, fortaleciendo la acción climática de América Latina hacia la COP 25” organizado por Avina, Latin Clima y ConexiónCop, durante el cual se puso en discusión el alcance y las características de este fenómeno que ya es una realidad en América Latina.
Cintia Loría, de la Fundación Avina, explicó que la migración por causas climáticas es un fenómeno que se refiere más que nada a desplazamientos internos dentro de un mismo país. Se trata -según la definición de Naciones Unidas- de personas o grupos que por cambios repentinos o progresivos del clima que afectan su vida deben abandonar sus hogares habituales. Esta categoría se enmarca a su vez en una idea más amplia de migrante ambiental, que incluye a las poblaciones que deben cambiar su lugar de vida a causa -por ejemplo- de represas, rutas, minería o de la agroindustria.
Nuevos paradigmas
Esta realidad, que será más dura si no se cambia el patrón de emisiones de gases a la atmósfera, exige nuevas respuestas políticas y legales que todavía demoran en llegar: “hay responsabilidad de algunos actores para evitar que más gente tenga que migrar” señaló Andrea Rodríguez, también de Avina.
La experta argumentó que si bien desde hace varios años Naciones Unidas reconoce vínculos entre el respeto a los derechos humanos y el cambio climático todavía queda un camino largo por recorrer, ya que es clara la mayor vulnerabilidad de las franjas más desfavorecidas de la población ante estos eventos. “La necesidad de adaptación debe ser una política pública”, dijo, al tiempo que advirtió que la búsqueda y puesta en marcha de soluciones “es urgente porque el número de migrantes va a seguir aumentando”.
¿Se puede hablar de un ‘apartheid’ climático, con sectores de la población más vulnerables que otros”? Las expertas fueron prudentes en ese sentido, y si bien señalaron que efectivamente hay una parte pequeña de la población con recursos que estará mejor preparada que los sectores pobres para soportar la crisis climática “se trata de un término que aún debe ser estudiado”.
Al mismo tiempo, señalaron que es necesario coordinar mucho más y mejor a las políticas de migración con las de lucha y adaptación al cambio climático: “hay que lograr que los dos fenómenos se relacionen más en los instrumentos legales” subrayaron, para agregar que otro paso clave es dejar de presentar a las migraciones como un problema para integrar ese
fenómeno dentro de una red de desafíos mucho más compleja y transversal. “Hablamos de un problema económico, humano, social y ambiental con muchas connotaciones, si no entendemos eso es difícil brindar respuestas correctas. La migración es la consecuencia de un problema, no el problema en si mismo”, concluyeron.