Por: Jorgelina Hiba
Este año América Latina recibirá la mayor cita anual de debate sobre la crisis climática global: la Conferencia de las Partes 25 (COP) que tendrá lugar en Chile durante el mes de diciembre. Esta vez la reunión -que busca que los gobiernos actúen con mayor rapidez y eficacia contra el calentamiento global- tiene algunos ingredientes extra: Latinoamérica es una región históricamente asociada a la explotación sin límites de los recursos naturales (minería, petróleo y agroindustria) y atraviesa un momento político particular en el cual destaca el gobierno de Jair Bolsonaro en Brasil, un presidente que niega la acción humana sobre el clima y que busca desactivar todo armado de protección ambiental en ese país, el más grande de Sudamérica.
En torno a esa agenda giró el primer encuentro de Diálogos Virtuales, una serie de charlas sobre la acción climática en América Latina de cara a la COP organizada por varias instituciones regionales e internacionales. ¿Cuál es el contexto en el cual aterriza esta cumbre del clima en Chile? Según Hernán Blanco, de Avina, a pesar de los enormes temores que despertó la elección de Donald Trump en Estados Unidos con su negacionismo climático “el impacto no fue tan importante” ya que las negociaciones climáticas han demostrado tener “mecanismos de resiliencia”.
Por otra parte, el reciente informe Ipbes sobre biodiversidad, que afirma que hay un millón de especies naturales bajo amenaza, ratifica la necesidad de acciones urgentes para frenar esta crisis: “el nivel de actuación que este informe demanda es una transformación sistémica nunca vista”, un camino que sólo podrá comenzar a transitarse con “compromisos concretos para aumentar la ambición climática de los países”, explicó el experto.
Escenario regional
¿Qué puede hacer América Latina para enfrentar la crisis climática? Según Blanco algunos países han mostrado avances con planes de energías renovables e introduciendo cambios en las matrices de sus sistemas productivos y de transporte. También hay esfuerzos de algunos actores estatales, sobre todo a la escala de los municipios: “hay algunas articulaciones entre municipios y gobiernos. La acción climática demanda gran coordinación”.
Blanco destacó que, en el campo de la acción climática, la región tiene que encontrar su propio camino y alternativas, ya que a diferencia de los países centrales (que son los mayores emisores y que como tal pueden actuar en la mitigación del daño) las naciones latinoamericanas deberían más bien enfocarse en la adaptación. “Es en las estrategias de adaptación que hay una oportunidad de acuerdos en la región”, resaltó.
Al menos hasta el momento hay tres bloques de países que pueden reagruparse según su grado de ambición climática: Ailac, que bajo los liderazgos de Costa Rica y Chile es el más comprometido; el Alba y el ABU (Argentina, Brasil y Uruguay), que comparten problemas y afinidades al ser naciones agroindustriales. Uno de los mayores problemas es la deforestación, un “tema central en materia de mitigación”. “Esa es una acción directa e incluso forestar es algo central para nuestros países como posibilidad de acción en mitigación, así como descarbonizar la matriz energética” dijo Blanco, para quien en términos relativos la deforestación es en América Latina “el tema central en relación a las emisiones”.
Otro punto importante es el papel que tendrán los pueblos originarios. En la anterior COP se lanzó una plataforma para integrarlos a las negociaciones climática y la idea es que este año se presente un plan de trabajo más detallado. “El reporte del Ipbes destaca a los pueblos nativos como los mejores guardianes de la biodiversidad” explicó la periodista Laura Rocha de Periodistas Por el Planeta y expositora durante el encuentro de Diálogos Virtuales.
El interrogante de Brasil
La llegada al poder de Bolsonaro sacudió a la política regional, también desde un punto de vista de su (no) política ambiental.
“Es una incógnita ver cómo juega Brasil con Bolsonaro ahora” admitió Blanco. En lo que lleva de gobierno ha demostrado su desprecio por las políticas de protección ambiental como quedó claro con la anulación de la Semana del Clima, que tendría que haberse hecho en agosto en ese país.
Para Laura Rocha, más allá del primer impacto conviene esperar que toda la red de instituciones brasileñas e internacionales que llevan adelante acciones climáticas funcionen como contrapeso a las ideas de Bolsonaro: “hace pocos días todos los ex ministros de ambiente de Brasil reclamaron a Bolsonaro un cambio de política”, dijo, para agregar que también hay gobernadores “
que están resistiendo”. También recordó la línea diplomática de ese país y señaló que “la diplomacia puede hacer otra cosa”. Blanco agregó que apelar a la evidencia científica y darle espacio a actores no estatales también pueden ser herramientas para neutralizar lo que decida el presidente de Brasil.
Igualmente, los dos expertos afirmaron que hay dudas respecto a la política ambiental de Brasil y que, en ese punto, hay malos presagios como la anulación de la semana del clima o, más recientemente, la oposición de ese país a bajar la velocidad de los buques transoceánicos. “Brasil nos preocupa, y es un tema porque es el país más grande e importante de Sudamérica” sintetizó la periodista.